Hoy juega el Poderoso |
Pasadas las tormentas, con rayos de todos los costados, con testigos falsos de la injusticia, con poetas burdos en el medio del dolor; se levanta en la mitad de nuestras creaciones la hazaña con la que soñamos. Regamos todos los días la lírica expresión del arte cotidiano, con la anuencia que nos da el nunca bajar los brazos y el siempre estar en la misma vereda; pese a que la vengan a tumbar, a que la quieran llenar de cemento cuando no se dan cuenta que es campo puro sembrado a café, a honor y a orgullo.
Bienhechor rocío, un poco santo, el riego de los malevos sucumbió ante nuestros buenos recursos. Arte, pero belleza, oeste en el viejo; casería en la reencarnación de un puñado de mortales que juega a ser dioses en una resurrección que se adelanta al día de descanso.
Queremos agradecerles a los que profesan sin miedo al fusilamiento, esta religión que fortalece José María Burgos y que es aceptada por el cónclave del cielo, que nos otorgó licencia la tarde-noche en que Malásquez nos hizo tocar las nubes con el arpa de sus extremidades inferiores.
Barrio santo, comuna caldeada, corregimiento versus montaña, acera siempre pintada, iglesia que nunca deja de sonar. Décimo parpadeo del Apertura, una lluvia que realmente moje, el maldito amor que tanto miedo da.
Vamos, Poderoso; por muchas alegrías.